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¿Por qué sufrimos?
Autoconocimiento Espiritual | Nuestro verdadero origen
Introducción
¿Por qué sufrimos? La respuesta desde mi punto de vista está en el autoconocimiento.
Sufrimos porque no sabemos quienes somos realmente y desconocemos por completo nuestro verdadero origen y naturaleza.
¿Sabes quién eres?
¿Te conoces realmente?
Muchas veces escuche esas preguntas y siempre me pareció absurdo el siquiera considerarlas.
Me parecía increíble pensar que yo no me conociera a mí mismo y que no supiera quién era.
De hecho, ese tipo de preguntas me incomodaban y tocaban algunas fibras.
Me alteraban y ponían a la defensiva:
“pero por supuesto que yo se quien soy, como no voy a saberlo” – Decía
Hoy entiendo perfectamente el porque me incomodaban ese tipo de preguntas.
En gran medida era debido a que justamente una parte de mí se sentía ofendida.
Una parte de mí no podía reconocerse y efectivamente esa parte de mí no entendía quién era.
A partir de ahí, del no saber quién era, pase por miles de situaciones que siempre desembocan en lo mismo, en dolor y sufrimiento.
Busque encajar a toda costa en mi contexto.
Trataba de cumplir con todas las expectativas de quienes hacían parte de mi vida y el darle gusto a mi familia y amigos se volvió algo insostenible con el tiempo.
Golpe tras golpe fui cayendo cada vez más bajo.
Por más que intente mantenerme siempre fuerte, llego un punto en el que me sentía agobiado en cada aspecto de mi vida y el continuar era una tarea cada vez más difícil.
El sufrimiento se había convertido en mi única realidad y la vida dolía a cada instante.
Las ganas de vivir se fueron por completo y el mundo se convirtió en un lugar hostil y complejo.
Un mundo carente de sentido y lleno de vacíos.
¿Cómo llegué hasta aquí?, me preguntaba.
Y sí, efectivamente todo eso paso porqué no tenía ni la más mínima idea de quién era.
No me conocía en lo absoluto y llevaba años buscando la felicidad en donde no era.
Llevaba años identificándome con lo que no era.
Buscando satisfacer las necesidades y caprichos de una mente desordenada.
Satisfaciendo a un cuerpo mal acostumbrado y ahogándome en un mar de sentimientos.
De joven, caí en el vicio y experimenté en carne propia el infierno de las adicciones.
Toque fondos que no le deseo a nadie y sé de primera mano comó se siente el no querer continuar con la vida.
La depresión, la ansiedad, los ataques de pánico, la ira y en general el vivir preso del miedo, fue parte de mi vida hasta relativamente hace poco tiempo.
Fue solo cuando llegué al punto del desespero y que me quedé sin alternativas, que tuve que bajar la guardia, hacer un alto en mi vida y empezar a mirar para adentro.
Quite los muros del orgullo y desarme el ego que había construido.
Dejé de defenderme y por primera vez empecé a aceptar que estaba perdido.
Efectivamente no sabía quién era y mucho menos sabía para dónde iba.
¿Por qué sufría tanto?
¿Por qué a lo largo de la vida experimentamos dolor y sufrimiento?
Para mí, la ignorancia es la causa principal, es la ignorancia la que tarde o temprano nos lleva al sufrimiento.
Y no me refiero a la ignorancia desde un punto de vista intelectual.
Me refiero a la ignorancia desde el desconocimiento de quienes somos realmente.
Me refiero a que ignoramos por completo nuestro verdadero origen y nuestra verdadera esencia.
Verás, toda mi vida me identifiqué con mi cuerpo, con mis emociones y con mis pensamientos.
Siempre pensé que eso, era yo.
Sin embargo, gracias a los golpes de la vida y al verme obligado a realizar un proceso de autoconocimiento, pude darme cuenta de mi verdadero origen.
Empecé a observar mi verdadera naturaleza y a notar que efectivamente estaba muy lejos de aquello con lo que anteriormente me venía identificado.
Somos mucho más que nuestros cuerpos.
Somos mucho más que nuestras emociones y nuestros pensamientos.
Estamos más allá de lo que este mundo físico intenta explicar y nuestra verdadera naturaleza se expande mucho más allá de los sentidos.
No eres tus pensamientos y tampoco tus emociones o tu cuerpo
Todo eso hace parte de manera perfecta del vehículo que has escogido para experimentar esto que llamamos vida.
Pero tu verdadera esencia va mucho más allá de eso.
Va mucho más allá de todo lo que puedes percibir con los 5 sentidos de tu cuerpo.
A lo largo de la historia, grandes sabios y sabias nos han mostrado el camino.
Han dejado claro lo que aquí te explico y han hablado acerca de nuestro verdadero origen.
Los pensamientos, las emociones y nuestro cuerpo físico son solo un conjunto de perfectas y maravillosas herramientas que nos permiten experimentar e interactuar con el mundo en el que vivimos.
Pero si no entendemos su funcionamiento y en especial si solo nos identificamos con ellas, experimentaremos sin duda el sufrimiento.
¿A quién no le gusta sentirse bien?
¿Quién no quiere ser feliz?
Todos buscamos la felicidad a lo largo de nuestra vida.
Todos actuamos de determinada manera en búsqueda de esa felicidad y bienestar.
Sin embargo, hemos aprendido a conseguir la felicidad en relación con eso que no somos.
Centramos esa búsqueda de acuerdo con lo que no hace parte de nuestra verdadera esencia.
Hemos entrado en el juego de lo material dónde el intentar satisfacer lo que no eres se convierte en la principal causa del dolor o sufrimiento.
Cuando ignoras lo que eres, simplemente te identificas con lo que no eres y, por lo tanto, buscarás suplir las necesidades de aquello que no eres.
Hemos aprendido a satisfacer las necesidades del cuerpo.
A evadir nuestros estados emocionales y a apoyarnos en todo lo externo que de alguna manera pueda brindar alivio momentáneo, más no verdadero.
Somos inmediatistas y preferimos por lo general el placer cercano pero vacío.
Nos dejamos seducir fácilmente por los deseos del cuerpo y no sabemos esperar para recibir los frutos y el valor que si aportan las acciones con sentido y que nacen desde la consciencia.
Miles de veces intente bajar de peso.
Miles de veces intenté cambiar mis hábitos autodestructivos, pero el placer momentáneo e instantáneo siempre me ganó la batalla.
A ninguno o muy pocos se nos enseña a mirar para adentro, a ingresar en nosotros mismos para observar lo que realmente esta ocurriendo.
Al ir al origen de tus comportamientos, de tus pensamientos y emociones, puedes empezar a entender tu camino.
Puedes comenzar un proceso de desidentificación, para primero darte cuenta de lo que no eres y luego, poco a poco, ver lo que si eres.
Desde ese punto de vista te estarás conociendo realmente.
No eres tus pensamientos, y tampoco tus emociones o tu cuerpo.
Tampoco eres tu nombre o tu género, mucho menos tu profesión o tus logros académicos.
Todo aquello, son solo características y conceptos que se van transformando a lo largo de tu vida.
Características que suman o restan a esa imagen con la que te identificas, pero que una vez más, no es lo que realmente eres.
En todos y cada uno de nosotros hay una parte no perecedera.
Una esencia que trasciende el tiempo y el espacio y que a mi me gusta denominar consciencia.
Claro está que, dependiendo de las creencias, movimientos o diferentes culturas, esa esencia recibe otros nombres.
Nombres como alma, yo superior, espíritu, universo, ser, etc.
Realmente no importa el nombre que le des y aunque a tu mente le cueste creerlo, eso es lo que realmente eres.
Somos esa presencia consciente de nuestra propia existencia, somos ese aliento de amor puro que le da vida a esto que llamamos cuerpo.
Somos esa energía creadora y eterna, capaz de trascender a lo que conocemos como muerte.
Lo hemos olvidado
Al haber olvidado nuestro origen y lo que realmente somos, esa alma que ha encarnado en un cuerpo, es que empezamos a experimentar el dolor y el sufrimiento.
Es ahí cuando empezamos a buscar a como dé lugar algo que nos ayude a entender y a aliviar un poco el vacío que llevamos dentro.
Cuando te identificas con tu parte física, emocional y mental, te sumerges en una búsqueda interminable y sin sentido de repulsiones y atracciones.
Dedicas tu vida a satisfacer lo que a tu parte mortal o cuerpo le atrae o a evitar aquello que rechaza y no desea.
A tu cuerpo físico, emocional y mental hay cosas que le gustan, hay cosas que le atraen y que le causan placer.
Del mismo modo, así como hay cosas le gustan, también hay cosas que no le gustan y que prefiere evitar.
El estar constantemente intentando satisfacer al cuerpo físico, emocional y mental es una tarea desgastante y peligrosa.
Del mismo modo el pretender evitar todo aquello que no te gusta, desemboca tarde o temprano en frustración y sufrimiento.
Es cuando vivimos desde la dualidad, entre el esto me gusta y esto otro no me gusta, que nos sentimos atrapados.
Es ahí que experimentamos de primera mano la confusión y el sufrimiento.
Me gusta decir que vamos por la vida con una balanza en mano.
Midiendo en todo momento lo que para nosotros está bien y lo que no.
Juzgando ya sea de manera consciente o inconsciente lo que es correcto y lo que no.
Eso en mi experiencia solo te lleva a más y más sufrimiento.
Eso solo te lleva a querer seguir satisfaciendo las necesidades de aquello que no eres y a seguir andando sin un rumbo que realmente te haga sentir pleno.
Es un ciclo interminable y una bola de nieve.
Por otro lado, empezamos a tratar de controlarlo todo.
Nos apegamos a las cosas y a las personas.
También nos aferramos a la vida desde una perspectiva materialista.
Además, nos llenamos de expectativas y la vida se convierte en un espejismo de ideales y de creencias acerca de cómo deberían ser las cosas y de cmo debería ser la vida.
La vida solo es, perfecta siempre y sin juicio o propósito alguno, simplemente el de vivir.
En mi caso, siempre le tuve miedo a la muerte, a la mía y a la de mis seres queridos.
El tenerle miedo a la muerte hace que también le tengas miedo a la vida.
El querer satisfacer lo que tu cuerpo desea y el querer evitar aquello que no desea, hará que le temas a la muerte, pues es el cuerpo quien con la muerte experimenta el fin.
Por eso, vamos por la vida con miedo y tratando de controlar algo que a todos y a cada uno de nosotros nos llegará en algún momento.
Siempre le tuve miedo a la muerte.
Pero claro, es que siempre me identifiqué con mi cuerpo, con mi parte física, mental y emocional.
¿Cómo no iba a temer?
Fue al entender que soy mucho más que eso, que me pude liberar del miedo a la muerte y por lo tanto también del miedo a la vida.
Al entender que soy una consciencia que se esta experimentado a si misma, un alma que encarnó en un cuerpo para trascender y contemplar la vida, la necesidad de controlar y de satisfacer necesidades sin sentido se fue evaporando.
El gozo y la plenitud poco a poco se convirtieron en la realidad de mi vida.
Cuando entiendes que tu verdadero yo, es mucho más que cuerpo, el miedo no tiene ningún sentido y simplemente te liberas.
Muchos seguramente me escucharán y dirán que hablo locuras.
Que no existe algo como el alma y que efectivamente somos solo un cuerpo y una mente.
Está bien, yo pensaba igual, no los juzgo y por el contrario los entiendo.
También sé que muchos otros ya han sentido y experimentado lo que aquí les comparto.
Muchos son testigos y testimonio de vida de lo que realmente somos y de lo que hemos venido a hacer.
Mi intención no es convencer a nadie de nada.
Mi intención no es demostrarle nada a nadie.
Lo único que hago es compartir un poco de mi historia para tal vez de ese modo servirte de espejo o tal vez aportar para que alguien más recuerde su origen, salga de la amnesia y se conecte con su esencia.
Cada día son miles de personas más las que recuerda.
Cada día somos más los que vivimos en coherencia con nuestro verdadero origen y cada día somos más los que llevamos un mensaje de amor y de despertar de consciencia.
Quien esté listo escuchará y quién no simplemente seguirá por su camino.
Una vez que recuerdas quién realmente eres, nada vuelve a ser igual.
Una vez que eres consciente de tu verdadera esencia, el mundo y tu realidad se transforman, el sufrimiento desaparece por completo y es el amor el que te inunda y se expande por todos los rincones de tu vida.
Como dijo San Juan de la cruz: “el secreto de la vida consiste simplemente en aceptarla tal cual y como es”
Entonces te pregunto:
¿A qué te estás aferrando?
¿A qué le tienes miedo realmente?
¿Con qué te has venido identificando y con que lo sigues haciendo?
¿Quién eres realmente?
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Respira profundo, medítalo, conecta con tu interior y recuerda de dónde realmente vienes.
Gracias por tu tiempo.
Bendiciones y Nos vemos en la próxima.
Mira el siguiente artículo para continuar con tu proceso de desarrollo personal y espiritual: ¿Qué es meditar y cómo se hace? Meditación para principiantes