NADA ES CASUALIDAD
Un breve resumen
1982 - Antes de encarnar
Mi mamá quedó embarazada a los 45 años de edad y aunque yo estuve entre sus planes, ese embarazo tenía mucho riesgo tanto para ella como para aquel que en su vientre se empezaba a gestar. La posibilidad de que algo le pasara a cualquiera de los dos era una realidad. Puedo imaginar la angustia y preocupación de mis papás, pues fueron nueve largos meses con algunas complicaciones de salud donde lo único era esperar. Así que incluso desde antes de llegar a este mundo, ya tenía a mis papás bien preocupados y angustiados por lo que podría pasar. El miedo hizo parte de mi vida desde incluso antes de llegar.
1983 - Llegada al mundo
El miedo siempre estuvo ahí, como parte de mi vida y la de mi familia. A pesar de todas las posibles complicaciones que pudo haber, el 19 de julio de 1983 llegue a este mundo con algunos problemas respiratorios, pero listo para experimentar la vida y crecer. A las pocas semanas de vida los problemas respiratorios empezaron a intensificarse y el miedo seguía siendo la emoción permanente que me acompañaría al crecer.
1984/1987 - Estado de salud
Sufrí constantes ataques de asma y un cuadro respiratorio agudo que amenazó con acabar con mi vida en varias ocasiones. Las salidas al hospital en horas de la noche eran frecuentes y las nebulizaciones y tratamientos respiratorios se volvieron algo recurrente. El desgaste emocional y físico de mis papás no era nada comparado con la preocupación de que la situación pudiera empeorar.
1988 - La soledad
Mis padres trabajaban durante el día y por lo tanto mi niñez fue bastante solitaria e introvertida. Mi imaginación fue la gran aliada en la invención de juegos de fantasía y en la creación de un mundo interior lleno de historias increíbles. Un niño tímido, pero a la vez travieso e inquieto que aprendió a conocer el mundo e interactuar con él desde su soledad.
1990 - Miedo e inseguridad
Mi condición de salud hizo que me criaran bajo un modelo de sobreprotección y reglas que me hacían sentir diferente al resto de los niños, además, mis papás en su búsqueda de darme lo mejor, me inscribieron en un reconocido colegio de mi ciudad dónde las diferencias socioeconómicas y culturales eran abismales. Esto generó grandes inseguridades y miedos en mi que poco a poco se fueron haciendo parte de personalidad.
1990/1994 - Una vida de mentiras
Mi miedo al rechazo y la necesidad de pertenencia me llevaron a armar mundos irreales y a construir fantasías que me permitieran encajar en un contexto que no entendía y al que no pertenecía, en otras palabras, me convertí en un mentiroso profesional que buscaba ser aceptado y que quería pertenecer al ambiente que con tanto esfuerzo mis padres me habían matriculado. Cada día estaba lleno de mentiras y artimañas que de alguna manera me ayudaban a sentirme parte de algo, pero por dentro me estaba ahogando en una vida de mentiras y construyendo a cada instante una falsa identidad, una vida que no era mía.
1995 - Liberación total
Crecí entre adultos y no me llevaba bien con los niños de mi edad. A mis 12 años, después de más de media vida de mentiras y de no entender el mundo al que me enfrentaba, todas mis inseguridades y formas de ver la vida me llevaron a aceptar y probar por primera vez el alcohol. A esa temprana edad se me reveló un mundo que con el tiempo me llevaría a experimentar un sinfín de circunstancias que nadie se podría imaginar, pero por el momento, había descubierto un elixir liberador que me hacía sentir sensaciones nuevas que sin duda lo iba a volver a intentar.
1998 - Que nadie me detenga
A mis 15 años ya había pasado por varias situaciones fuera de lo común para un niño de mi edad. Fumaba tabaco, tomaba licor, metía marihuana y veía en cada fiesta la oportunidad para seguir sumergiéndome en un mundo oscuro pero que en su momento se sentía como libertad. Probé la cocaína y desde aquel día mi vida y la de mi familia dio un giro que nos llevaría a vivir un infierno muy difícil de superar. Me hundí profundamente en el mundo de la rumba y el vicio, y solo fue cuestión de tiempo para que la enfermedad de la adicción me llevara por caminos oscuros y difíciles de andar.
1999 - En caída libre
La adicción había tomado completo control de mi vida, la agresividad y rebeldía eran solo algunos de los muchos síntomas con los que sobrevivía día tras día. Mis padres lo intentaron todo, pero yo estaba decidido a acabar con mi vida y a continuar sumergido en un mundo de sexo, vicios y “buena vida”. Viví experiencias muy complejas, mi vida siempre estuvo en peligro y al consumo de cocaína se fueron sumando más sustancias y retos que complicaban la situación con el paso de los días.e detenga
2000 - Regreso del más allá
Rumba tras rumba, finalmente, mi cuerpo no dio más. Tengo una sobredosis que acaba conmigo, experimente una experiencia cercana a la muerte (ECM) y soy capturado por las autoridades por distribuir drogas a nivel nacional. Pierdo mi libertad por algunos días y me enfrento a una de las peores palizas que me han dado en la vida y donde sigo con vida porque “alguien” más así lo quiso. Por ser menor de edad y con la ayuda de mis papás, quedó en libertad, pero con el compromiso de empezar un proceso de rehabilitación que me permitiera ser alguien útil para la sociedad.
2001 - Sin salida
Nunca cumplí con aquel compromiso y el consumo de alcohol y drogas siguió siendo mi única realidad. Ya lo había perdido todo y para esta etapa de mi vida ya nada me importaba más. Experimente la indigencia y el infierno mismo de no tener hogar, mi alma ardía en llamas y no quería continuar, la depresión y la falta de sentido fueron mi compañía en las largas noches de frío y hambre, noches y días que eran acompañados de la tenue voz de la muerte con quien me sentaba a negociar.
2001 - Una nueva oportunidad
6 meses recorriendo y consumiendo por las calles de mi ciudad, un estómago vacío, un estado deplorable y mucho por lamentar. Me estaban persiguiendo y varios enemigos ya rondaban cerca del lugar, el miedo era cada día más fuerte y la paranoia una constante voz que retumbaba en mi cabeza sin parar. No hubo más remedio, el hambre, el vicio y mi mejor amigo el miedo, junto con la soledad, me obligaron a pedir ayuda y como era de esperarse al rescate estaban mis papás. Directo a un centro de rehabilitación fui a parar y una oportunidad para una nueva vida se me dio en espera de que la fuera a aprovechar.
2002/2007 - La universidad
Me rehabilité y se me dio la oportunidad de estudiar, de cumplir con mis sueños y también el de mis papás. Mi paso por la universidad fue una sola rumba, cero drogas, mucho alcohol, varias novias y mucha infidelidad. Creía haberme recuperado, sentía que ahora si era alguien normal y que con el hecho de haber dejado de consumir lo que era ilegal, mi vida tomaría mejores rumbos y encontraría la felicidad. Los años pasaron y con buenas notas la carrera logré terminar, ahora era profesional y estaba listo para el mundo laboral.
2008 - La vida laboral
Conseguí un trabajo decente en una reconocida empresa internacional, hacía lo que me pedían y por fin de alguna manera estaba llevando lo que dicen es una vida normal. Levantarme, ir a trabajar, regresar a casa, tomarme unos tragos y comenzar de nuevo al día siguiente la rutina de esa vida que aparentemente me traía felicidad. Muchos amores, poca seriedad y cada relación de pareja era una tortura de codependencia e inseguridad, un infierno para cada uno de los integrantes y una excusa para ahogarme en licor cada vez que una discusión surgía y que la relación llegaba a su trágico final. Esa era mi supuesta vida normal, lo que yo pensaba que era la realidad.
2011/2015 - Alguien diferente
Ahí estaba ella, una mujer diferente a todas las demás, madura, mamá de una niña hermosa y con todo un recorrido profesional. Quise cambiar, quise que esta vez fuera diferente, pero mi adicción al alcohol y todos mis asuntos internos sin tratar, me llevaron a lo mismo y más tarde que temprano perdí a ese nuevo amor por el que todo di y no logré cambiar. Más de 4 años de relación y de mil esfuerzos por cambiar, terminaron en una de las pérdidas emocionales que causaron en mí un dolor que nadie alcanza a imaginar.
2015 - No puedo más
Para mí fue el final, la he perdido. Mi vida una vez más quedó a la deriva y con un sinsabor bastante familiar que no me sorprendía. Decidí volver a consumir drogas tratando de aliviar un dolor que no entendía, quería acabar de una vez y por todas con una vida sin sentido. Caí profundo en mi propia oscuridad y solo pensaba en el momento de irme, simplemente no podía continuar. 14 años sin consumir a la basura, el peso de la culpa por haberlo hecho de nuevo era demasiado y no lo podía soportar, así que más consumo en el intento de olvidar.
2016 - Una luz de esperanza
Recorrí las tinieblas y dialogué con la muerte en búsqueda de un trato fácil de ejecutar, ya nada tenía sentido y yo me había rendido ante una vida llena de desilusiones, confusión, miedo, vicios y oscuridad. Una noche como cualquier otra, alicorado como siempre, sentí algo nuevo en mi. Una sensación diferente invadía mi cuerpo y nuevos pensamientos de esperanza rondaban por mi mente. ¿De dónde venían? – Saldré de aquí, me despedido, desde hoy seré un hombre nuevo y reclamaré la vida que siempre he querido. – No me busquen nunca más. – Así me despedí de quienes fueron mis amigos por más de 25 años. Me fui. Ya en casa y de rodillas, desperté a mis papás y aún alicorado, pero muy sinceramente dije: No puedo más, necesito ayuda o no se que va a pasar. Por primera vez acepté que no podía más, baje todas mis defensas y me deje ayudar.
2016 - Otra oportunidad
Me interné por voluntad propia y como siempre con la ayuda de papás. Me había rendido ante mis miedos y ante toda una vida de desorden y maldad, ya no me importaba nada, solo quería descansar. Habían sido 33 largos años de oscuridad y algo dentro de mi me decía que esta era mi última oportunidad. Cambié, trabajé en mi e hice un internado impecable, con mucho amor propio poco a poco me pude recuperar. Fue tanta mi dedicación y compromiso, que terminé trabajando como terapeuta en adicciones auxiliar, para luego pasar a dar mi testimonio de vida en retiros espirituales a nivel nacional.
2017 - Empresario y algo más
Conocí a Dios a través del catolicismo y emprendí una vida espiritual, hice parte de las actividades de la iglesia y serví con gusto y emoción al Dios que me enseñaron a adorar. Monte un negocio propio y emprendí el camino de la vida empresarial, no volví a tomar licor y mucho menos a consumir drogas ni nada que me sacara de mi realidad. Fumaba cigarrillo en cantidades alarmantes, pero eso no era nada en comparación con mi historial. La vida era buena por primera vez, el negocio daba frutos y el servicio en la iglesia me hacía sentir útil y parte de una comunidad..
2018 - Vuelve y juega
Un nuevo amor tocaba a la puerta, una nueva oportunidad de cumplir con el sueño de tener una familia se hacía palpable. Me sumergí en una relación de pareja con la ilusión y compromiso de lograrlo todo, finalmente, ahora era un hombre de Dios, sano y dedicado al trabajo y el servicio por lo demás. Pero algo no estaba bien, los problemas en mi nueva relación eran frecuentes, las peleas y el dolor estuvieron desde el comienzo y el miedo como siempre una constante compañía que dejaba claro que no se iba a apartar.
2019 - Una pérdida más
Lo inevitable se empezó a materializar, una relación vacía y llena de problemas encontró su fin después de navidad. Viví un fin de año lúgubre y lleno de tristezas, todos mis miedos e inseguridades regresaron para no dejarme respirar. Pero, si he hecho todo bien esta vez, ¿por qué estoy viviendo esto de nuevo? Al mismo tiempo, mi mamá enfermó y mi negocio quebró de manera inesperada. Nada tenía sentido, Dios me había abandonado y me estaba haciendo pagar.
2020 - El inicio
Definitivamente algo estaba muy mal conmigo, por ningún lado lograba entender de que se trataba la vida y el vivir asustado y confundido era la única realidad que conocía. No me gustaba mi cuerpo, tenía la autoestima destruido y la falta de sentido de vida y de amor propio me tenían sumergido en la culpa y el victimismo. Pobre de mí, pensaba. Los pensamientos de culpa y las ganas de terminar con mi vida eran constantes, pero gracias a la ausencia de alcohol y drogas en mi organismo, pude tomar decisiones que me ayudaran a salir de ese estado mental y de mi mismo.
2020 - El despertar
A partir de ese momento, para febrero de 2020, comencé una vez más un proceso de introspección, autoconocimiento y entrenamiento espiritual. Esta vez fui mucho más profundo, tan profundo que logré sanar lo que verdaderamente estaba roto en lo profundo de mi mente, de mi infancia y mi realidad. Todo encajó de manera perfecta, toda mi vida tomó otro sentido y un nuevo propósito nació en mí desde aquel mágico despertar. El resto del 2020 lo dedique a transformarme y a capacitarme en temas de desarrollo personal, meditación y espiritualidad.
2021/2023 - Aquí y ahora
Hoy comparto con mucho amor mi testimonio de vida y las herramientas que a mi me ayudaron a cambiar, no soy ejemplo para nadie, pero siempre estoy dispuesto a hablar, a veces, una buena charla y que nos escuchen de verdad o que crean en nosotros para variar, es todo lo que necesitamos para empezar un camino de transformación que nos acerque a todo eso que nos atrevemos a soñar. Y tú, ¿Con qué sueñas?